martes, 8 de julio de 2014

Enamorar sé



Alguna vez me llegó la pregunta "¿eliges enamorarte?" En ese momento me encontraba con un grupo de estudiantes, casi todos hombres, y en su mayoría opinaron: , uno decide enamorarse. Por supuesto, en ese momento mi opinión era contraria, no se decide tal cosa, y sólo un par de personas más coincidían conmigo. ¿Y ahora? Bueno, hoy sigo pensando lo mismo, sólo que esta vez lo he comprobado. 


¿Se decide o no?

¿Por qué sí se decide? Los argumentos giraban en torno a los matrimonios y relaciones largas. Cuando lleva un tiempo la relación, se "pierde" el amor, la pasión, y ahí se decide mantener la infame llama viva. Pero enamorarse es un primer acto de amor, no todo el matrimonio. Enamorarse es muy tonto, y debe serlo, o no sería amor. Simplemente no se decide, sólo llega y ya, después de esas mil personas en tu memoria, de repente una ataca (o dos) y te hace sentir una felicidad que sólo te mueve los planes con endorfina. 

¡Que NO!

Puedes enamorar a alguien y no enamorarte de esa persona. Aquí mi argumento del por qué no se decide. Por mucho que hagas esfuerzo a una relación, no puedes forzar que sea tan maravillosa (bella, increíble y estúpidamente perfecta), incluso me atrevo a decir que inhibe un verdadero enamoramiento. Enamorarse es casi siempre una contradicción, no quieres que pase, no quieres que la felicidad te arrastre en sus telarañas de estupidez; admitamos que sólo así se vive realmente enamorado. ¿Pero qué sería de los hombres sin estupidez? No seríamos creativos ni soñadores, no aspiraríamos a no ser estúpidos, o como otros dicen, perfectos. 

Sea tu cuerpo bomba de hormonas, o tu cerebro saturado de sexo platónico, el acto de enamorase cumple con la razón de tumbarnos a merced de unas pasiones. Seamos juventud, seamos tontos, y dejemos que pizcas de enamorados sin razón nos golpeen de vez en cuando en nuestras vidas. 

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